En primer lugar, es importante comprender cómo nace un aroma y cómo funcionan sus diferentes "notas". Estas notas, que se distinguen por la velocidad de evaporación del aceite esencial en contacto con el aire, se dividen en notas altas, notas de corazón y notas base y pertenecen a diferentes familias olfativas.
Las notas altas, al ser las primeras en ser percibidas, deben tener un aroma energizante y estimulante. Las esencias cítricas, con bergamota y lavanda, son las más adecuadas para involucrar a los sentidos y dar una primera impresión positiva de un entorno.
Las notas intermedias del corazón se perciben inmediatamente después de las primeras. Estas esencias completas, envolventes y sensuales actúan a nivel emocional, ayudando a despertar sensaciones profundas y a crear el carácter dominante de la fragancia. Estas son en su mayoría notas frutales o florales, a menudo combinadas con los aromas de la familia oriental-ámbar. ¿Cuál es el resultado? Un sentimiento envolvente de vitalidad y vibraciones positivas.
En cambio, de la mezcla de fragancias florales y notas amaderadas podemos obtener fragancias que brindan serenidad y bienestar. Los aromas más intensos de la familia de la madera, como las maderas secas, dan un toque de clase a los lugares más sofisticados.
Las notas base son las últimas en aparecer, pero persisten durante mucho tiempo y se evaporan lentamente. Su aroma intenso y especiado sugiere una sensación de bienestar y relajación. Las notas amaderadas, con matices frescos y orientales, se utilizan principalmente por su efecto calmante y relajante. Las notas frescas se asocian con sensaciones de aire limpio que evocan paisajes naturales, verdes o marinos. La bergamota, la lavanda y el almizcle son notas vivas y frescas a medio camino entre las frescas y las leñosas.
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